viernes, 28 de marzo de 2008

La Deforestación Mundial


En marrón: superficie boscosa perdida. En verde: superficie boscosa que permanece.


Cada año se pierden 14,2 millones de hectáreas a causa de la deforestación, y se plantan 5,2 millones, lo cual implica una disminución neta anual de 9,4 millones de hectáreas. En la actualidad ya se han perdido la mitad del total de la masa forestal mundial. A su vez, la pérdida de bosques genera 2.000 millones de toneladas de CO2 al año, representando la deforestación el 25 por ciento del total de las emisiones de bióxido de carbono (CO2), uno de los gases que producen el efecto invernadero.

Cerca del 78 por ciento de los bosques primarios han sido ya destruidos y el 22 por ciento restante están amenazados por la extracción de madera, la conversión a otros usos como la agricultura y la ganadería, la especulación, la minería, los grandes embalses, las carreteras y las pistas forestales, el crecimiento demográfico y el cambio climático. El 55% de la madera que se extrae anualmente se usa como combustible, ya sea leña o para producir carbón vegetal. Cerca de 2.000 millones de personas dependen de la leña y el carbón vegetal como fuente principal de combustible.

En 1998 se consumieron 294 millones de toneladas de papel y cartón, lo que representa un consumo anual por habitante de 50 kilogramos en el mundo, aunque el consumo en muchos países africanos no llegó ni a 1 kilogramo por habitante, cifra muy alejada de los 330 kilos del norteamericano medio o los 135 kilos de España. Estados Unidos, Europa Occidental y Japón, que representan menos del 15 por ciento de la población mundial, consumen el 66 por ciento del papel y cartón.

Cada tonelada de papel reciclado evita la tala de una docena de árboles, ahorra energía (de 0,25 a 0,4 toneladas equivalentes de petróleo), agua y contaminación; en general supone una mejora notable sobre la obtención de papel a partir de pasta virgen, pero el reciclaje también tiene un cierto impacto ambiental. Además, el papel puede ser reciclado varias veces (de 3 a 15 veces, según procesos y productos) pero no indefinidamente, al ir perdiendo calidad y ser necesario añadir una cantidad mayor o menor de fibras vírgenes.

El Calentamiento Global

El calentamiento global es el tema de actualidad más preocupante con el que nos hemos topado últimamente.
Por mucho que los poderes del mundo traten de minimizarlo, ya no lo consiguen.
Se hace necesario difundir este tema y otorgarle la importancia que lamentablemente merece.

De acuerdo al IPCC, la temperatura promedio de la Tierra podría aumentar hasta seis grados centígrados a fines del siglo XXI. No parece mucho, ¿verdad? Sin embargo, el periodista Mark Lynas estudió miles de documentos científicos sobre el cambio climático y elaboró un panorama de las drásticas consecuencias sobre nuestro planeta, grado por grado.


Un grado de aumento:
Ese grado adicional de temperatura aceleraría el derretimiento de las nieves y los hielos del monte Kilimanjaro; el continente africano quedaría libre de hielo por primera vez en 11 mil años. En Europa, los Alpes experimentarían un deshielo acelerado, al igual que las regiones árticas.
Los osos polares, las morsas y las focas, verían su hábitat seriamente modificado, poniendo en riesgo la continuidad de muchas especies del Artico. El deterioro ecológico no sería exclusivo de las regiones frías: los arrecifes de coral de los mares tropicales también estarían al borde de la extinción por el aumento de un grado, devastando la biodiversidad marina.


Dos grados de aumento:
El aumento de la concentración de dióxido de carbono en el agua de mar la volverá más ácida, causando la muerte de una buena parte del plancton, la base de la cadena alimentaria marina. Con dos grados de aumento de la temperatura, los océanos podrían convertirse en los nuevos desiertos. En Europa, olas de calor como la sufrida en 2003 serían corrientes todos los veranos; los incendios forestales aumentarían en frecuencia e intensidad.
Dos grados de temperatura adicionales serían suficientes para derretir la capa de hielo de Groenlandia, lo que podría hacer subir hasta siete metros el nivel del mar. El deshielo también llegaría a los principales cordones montañosos. El derretimiento de los glaciares peruanos podría dejar sin agua potable a la ciudad de Lima; las reservas alimentarias comenzarían a escasear en todo el planeta.

Tres grados de aumento:
Se calcula que un aumento de tres grados es el punto límite, a partir del cual el calentamiento global sería incontrolable. El epicentro del impacto del aumento de tres grados sería la selva del Amazonas, que podría llegar a consumirse en un incendio colosal. Prolongadas e intensas sequías volverían a la vegetación sumamente vulnerable al fuego. Un incendio en medio de la selva sería imposible de apagar, y la falta de agua podría provocar la destrucción del ecosistema amazónico, convirtiéndolo en un desierto.
El dióxido de carbono liberado por un incendio forestal de esa magnitud aceleraría el calentamiento global. El sur de Africa sufriría también las consecuencias del calor y la sequía. Los eventos meteorológicos extremos se multiplicarían: los huracanes y monzones aumentarían la destrucción, y las lluvias torrenciales inutilizarían innumerables hectáreas de tierras cultivables. La escasez de alimentos alcanzaría niveles críticos.


Cuatro grados de aumento:
sólo queda resistirse a sus efectos. El derretimiento de los hielos liberaría millones de toneladas de carbono atrapadas en el permafrost, sumando a la atmósfera enormes cantidades de metano y dióxido de carbono, que seguirían empeorando la situación. La capa de hielo del Océano Artico desaparecería por completo por primera vez en tres millones de años.
La Antártida también se derretiría en gran parte, provocando un aumento del nivel del mar de hasta cinco metros. Numerosas islas desaparecerían bajo las aguas y muchas ciudades costeras deberían ser evacuadas. La desertificación en Europa afectaría a España, Italia, Grecia y Turquía, que se asemejarían al actual desierto del Sahara. Los hielos sólo permanecerían en los picos más altos de la cordillera alpina; el resto se habrá derretido para entonces.


Cinco grados de aumento:
las condiciones en que se encontraría el planeta en esta ocasión podrían acelerar muchísimo este proceso, provocando el calentamiento en menos de un siglo.


Seis grados de aumento:
Uno de los períodos más catastróficos del planeta tuvo lugar hace 251 millones de años, en el período Pérmico. Al final de esta calamidad, más del 95% de las especies de la Tierra se habían extinguido. Las causas de esta megacatástrofe aún no están del todo claras, aunque sí se sabe que involucró a un súper-efecto invernadero. Los isótopos de oxígeno detectados en rocas de ese período indican que el aumento de temperatura fue del orden de los seis grados centígrados, quizás por causa de una erupción de metano muy superior a la que luego tendría lugar durante el Eoceno.
Los estudios científicos que investigan el fin del período Pérmico sugieren que las explosiones de hidratos de metano podrían destruir la vida terrestre casi por completo. Las erupciones podrían actuar en la atmósfera como bombas de vacío, liberando una cantidad de energía equivalente al arsenal nuclear actual, multiplicado por diez mil veces.


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martes, 11 de marzo de 2008

ENERGÍA PARA HUMANOS VS. ENERGÍA PARA COSAS




Que la comida puede transformarse en energía no es una novedad del siglo XXI. Desde chicos nos enseñan cómo nuestro cuerpo utiliza como energía esa comida, ayudado por su aparato digestivo, respiratorio, circulatorio.




Pero nosotros no somos los únicos que nos alimentamos y utilizamos energía. Los otros animales y los vegetales también procesan alimento que transforman en energía para vivir. Y aún una clase más de seres, esta vez artificiales y creados por el hombre.




Las máquinas, hoy en día utilizadas en su mayoría para producir (también alimentos entre otras cosas) todo lo que el hombre solamente con su cuerpo no sería capaz de hacer. Ellas utilizan distintos tipos de alimentación así como nosotros.




En muchos casos los alimentos de las cosas y de las personas son extraídos de diversas fuentes. Por ejemplo, las personas nos alimentamos con manzanas y los autos con nafta. Ni los hombres podemos tomar nuestro alimento de la electricidad eólica ni los televisores de la leche. Pero con el publicitado desarrollo de los biocombustibles, nosotros, los humanos, vamos a tener que comenzar a competir con nuestros productos, las cosas.




Hasta ahora en la competencia alimenticia entre personas contamos ya con una gran cantidad de perjudicados. Es muy conocido, aunque poco ha contribuido al cambio, el caso argentino que produce alimentos para 300.000.000 de personas pero no es capaz de alimentar a sus 40.00.000 de habitantes.




¿Qué pasará cuando el girasol, la soja y otros alimentos hasta ahora destinados a las personas, sean destinados a las máquinas? Si tenemos en cuenta que la superficie de tierra cultivable en el planeta es limitada y hay crecientes fenómenos de desertificación que la limitan más aún, la pregunta no deja de ser preocupante.




Si la demanda de soja y girasol (por poner dos ejemplos concretos) aumenta no solamente por el aumento de la población sino porque entran en juego las máquinas como nuevos consumidores, el aumento del precio es inevitable. Y los primeros perjudicados son los más pobres.




Lo que parecía una solución al problema del petróleo que es contaminante y no renovable, el biocombustible, puede convertirse en un grave problema para la humanidad.




Agrego una caricatura del gran artista español "El Roto" que no se anda con vueltas para explicar el problema.